miércoles, 2 de diciembre de 2009

PARTICIPACIÓN SOCIAL, EL CUENTO

"No es por mi, es por la comunidad"

Hace algunas décadas, había un pueblo que se caracterizaba por tener muchos ciegos, así que la pequeña población que veía, se encargaba de explicar a los ciegos, la forma de las cosas o animales que no podían tocar.

Un día pasó por el pueblo un cirquero con su elefante, todos en el pueblo empezaron a gritar, ¡salgan, salgan, viene un elefante!, inmediatamente algunos curiosos, se acercaron y comentaban a los ciegos que tenían cerca, la forma, tamaño y características del elefante.

El cirquero se percato que en el pueblo había muchísimos ciegos, así que al pasar por una calle, donde solo estaban 6 ciegos, sin nadie que les explicara, decidió pararse e invitarlos a tocar al animal.

¡Tóquenlo!, es muy mansito y no les pasará nada, explicó el cirquero, los ciegos corrieron, pues no podían perder esa oportunidad.

Entusiasmados, todos al mismo tiempo decían: - Yo se que el elefante es como una serpiente. -Es como un árbol. -Es como una lanza. -Se parece a un abanico. -Es igual a la pared de la iglesia. -¡No! es como las cuerdas de los corrales.

Aunque, cada uno dio su versión, de lo que sentía, al ver que los otros no estaban de acuerdo, empezaron a gritar su dicho, después pasaron a los golpes, uno decía -¡cállate!, yo estoy seguro de lo que sienten mis dedos. -no, ¡tu cállate!, pues mis manos son como mis ojos. El otro lanzó una piedra y se escucho un grito, -¡Ay! Por qué me pegas, eres un tonto, yo tengo la razón. –No, yo la tengo.

Todos gritaban y se golpeaban hasta que el cirquero les dijo: ¡cállense todos!, les explicaré lo que sucede, cuando todos se acercaron, cada uno tomo una parte diferente del elefante, así que todos creen tener la razón pero ninguno la tiene.

Al unísono se escuchó, ¿por qué?

Porque cada uno de ustedes tocó una parte del elefante. El que tocó el cuerpo, pensó que era una pared. El que tocó la pierna, creyó que era como un árbol. El que tocó uno de los colmillos, se imaginó una lanza. El que alcanzó a tocar una oreja se figuró un abanico. El que tocó la trompa se acordó de la serpiente1. El último tocó la cola y aseguró que era como una cuerda.

Uno de los ciegos con voz quebrada y apenado, dijo: entonces nadie tenía la razón y nos comportamos como unos tontos. Otro agregó, y nos agredimos.

El cirquero contestó: todos tenían la razón.

Los ciegos agregaron: sí, todos teníamos un poco de razón; sí, lo que pasó fue que cada uno reconoció solo una parte; en lugar de pensar, nos aferramos a lo que creíamos; creo que merecía el golpe que recibí, ¡seamos amigos de nuevo!

Para conocer la verdad, hay que conocer todas las partes y ponerse de acuerdo, dijo el cirquero. Toquen al animal y recórranlo, no olviden que todos tienen comentarios que agregar para que al final unifiquen su criterio.

Bueno, tengo que seguir mi camino, adiós amigos.

Los ciegos, gritaron, ¡gracias, amigo!, ¡gracias elefante!, ¡regresen pronto!

Colorín colorado, este cuento se ha terminado.

Este cuento me permite reflexionar sobre lo difícil que resulta poner en marcha un Consejo de Participación Social dentro de los sectores escolares, pues implica dejar de pensar en uno, para pensar en colectivo y por la sociedad, también, implica ponerse de acuerdo, entre los diversos integrantes de la comunidad, donde casi siempre, cada uno tiene un punto de vista diferente y lo más grave es que nunca se quiere reconocer que el otro, puede tener una mejor idea y que será necesario analizar todos los puntos de vista para mejorarlas todas.

También se tiene que reconocer que habrá otros que tienen un mayor conocimiento y que “todos” deberíamos escuchar, aportar, acordar y responsabilizarse para logra lo propuesto.



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1 Adaptación del cuento titulado: Los ciegos y el elefante de Mireya Cueto.
Secretaria de Educación Pública. (SEP). 2008. Libro de Español de quinto grado de primaria. México. Págs.36 y 37.

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